¡Qué tristes son las despedidas! Pero, te quiero dejar con un buen o mejor sabor de boca para que no me olvides (y trabajemos juntos). Allá voy. Te contaré la última historia. Me imagino un maestro cervecero que, después de meses, ha elaborado una cerveza de ésas que alimenta, que lleva el agua de un manantial que brota en montañas de más de dos mil metros, con un cuerpo y sabor contundentes, de color dorado y cuando la tiras en una jarra una espuma de tres dedos. En el primer trago ves a los dioses y te sientes volando. He dicho en el primer trago, no después de diez rondas.
Seguro que has pillado la metáfora; yo soy el maestro cervecero y tú el que disfruta de esa cerveza, es decir, quien ve cómo tu negocio crece como la espuma de esa cerveza, (nunca mejor dicho).
¿A que ya no parece una despedida…? Bueno, de eso se trataba. Quizá no te guste la cerveza o eres más de vino o no pruebes el alcohol. Está bien. Pero, sabes lo que es una cerveza y seguramente conozcas a alguien que le encanta (me refiero a una cerveza de cierto nivel) entonces acuérdate de mi; de ese maestro cervecero. ¡Salud!